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Channel: El Lado Frío De Mi Almohada | Lectura Inquieta
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Doña Perfecta.

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Hola a tod@s!

La primera persona que me recomendó que leyera a Benito Pérez Galdós fue mi madre; esto no tendría nada de particular si no fuera porque mi madre no lee libros, ni siquiera de Galdós. Hace algunos años, mientras me contaba anécdotas de su pasado, mencionó lo mucho que le había gustado la serie de televisión Fortunata y Jacinta y me aconsejaba que, como a mí me encantaba leer y dicha serie estaba basada en un libro muy célebre, podría animarme con la novela para ver qué me parecía. Aunque no me inicié precisamente con esa obra, mi madre acertó de lleno sugiriéndome al autor, y comencé entonces un breve pero intenso idilio con don Benito que me llevó a devorar muchas de sus historias del tirón. Pero durante unos años abandoné el placer de la lectura y Galdós quedó allí, en el rincón de mis memorias adolescentes... Con el reto de Carmen vi la oportunidad de retomar a uno de mis escritores favoritos y opté para ello por un libro que siempre despertó mi curiosidad: Doña Perfecta. Este título, que casi me sonaba a amenaza soterrada, me pareció perfecto para reencontrarme literariamente con mi admirado paisano.


Doña Perfecta narra la llegada de Pepe Rey, un ingeniero joven y progresista, a Orbajosa, una pequeña ciudad de provincias anclada en la cerrazón más absoluta, a donde ha acudido para casarse con su prima Rosario, hija de doña Perfecta. En principio se trata de un matrimonio de conveniencia sugerido por la propia doña Perfecta como agradecimiento a su hermano, el padre de Pepe, por haberla ayudado en una época difícil, pero Pepe y Rosario se enamoran sinceramente, lo que parece facilitar las cosas. A pesar unos inicios esperanzadores, Pepe Rey no tardará en ser el blanco de las suspicacias de una población que presume de su socarronería y con un claro complejo de inferioridad, que sacará de sus casillas a nuestro protagonista en varias ocasiones, haciéndole cometer grandes torpezas que acarrearán consecuencias inesperadas...


Doña Perfecta es una novela coral con personajes muy bien dibujados que irán ganando en matices a medida que se desarrolla el conflicto. Aparecen multitud de caracteres con una participación significativa en la trama, pero yo destacaría especialmente al núcleo duro de la novela, formado a mi entender por doña Perfecta, Pepe Rey y don Inocencio, el párroco del pueblo. Doña Perfecta es una respetada y honorable viuda, de moralidad sin tacha y aparente amabilidad a la que le precede una reputación impecable que hace que sea admirada y querida por todos los habitantes de Orbajosa. Aunque la idea de casar a su hija Rosarito con Pepe Rey es iniciativa suya, el muchacho no resulta ser lo que ella esperaba, hecho que hará que se replantee su estrategia para con él. Doña Perfecta (o "doña Pasivo - Agresiva", como he leído por ahí), representa perfectamente la hipocresía y la doble moral: es una mujer aparentemente "perfecta" que no escatimará medios para conseguir sus objetivos. Pepe Rey es un muchacho estudiado y "de mundo", lo que le hace ser víctima de las suspicacias de los orbajosenses. Si bien es cierto que no es una persona humilde (aunque tampoco va alardeando de sus logros), los habitantes de Orbajosa con los que se relaciona parecen envidiar su cultura o temer que intente convertirlos a las nuevas ideas liberales que están surgiendo en las grandes ciudades. Pepe, cuya intención es tan sólo casarse, aguanta carros y carretas de parte de los vecinos, que insisten en lanzarle indisimuladas puyas una y otra vez. El problema es que, aunque Pepe tiene buen fondo, es todo un bocazas y cuando le tocan las narices suelta auténticas barbaridades que pueden resultar muy ofensivas, lo que no le granjeará precisamente nuevas amistades. Don Inocencio, el cura, es el típico personaje de mente cerrada y con objetivos propios, al  que no le hace gracia que sus intereses se vean perjudicados. Con una pasmosa capacidad para hacerse la víctima, don Inocencio será un actor principal que nos irá deparando sorpresas a medida que avance el relato.


Galdós traza una historia memorable, rica, variada, llena de vigorosidad, ingenio y múltiples interpretaciones que hacen de esta lectura una gozada. Hace uso de una narración ágil, con predominio de los diálogos y las reflexiones sobre la sociedad de su momento, que quedan perfectamente insertados sin que resulten apuntes tediosos. Particularmente no he tenido problemas con el lenguaje empleado por el autor, propio de su tiempo; la verdad es que me resultó una lectura tan absorbente y bien desarrollada que no me fijé en si abundaban o no las expresiones arcaizantes. Me fijé, sin embargo, en la ironía desplegada por el autor para hablar del conflicto, que convierte esta novela casi en una tragicomedia, donde los tonos más oscuros se intercalan con momentos hilarantes, durante los que no he podido evitar alguna sincera carcajada. También me maravilló la construcción de la metáfora más monumental de todo el libro, el carácter intrínseco de Orbajosa, ciudad que trasciende su labor como escenario para convertirse en un individuo vivo, que fagocita todo aquello ajeno a su idiosincrasia tradicionalista y conservadora, erigiéndose como monumento a la cazurrería, el fanatismo y la intolerancia, estando además orgullosa de ese carácter. 


Me ha gustado muchísimo Doña Perfecta y me parece una lectura muy a tener en cuenta. El análisis social de este libro es totalmente extrapolable a la actualidad, con lo que podremos comprobar que, a pesar de que ha pasado más de un siglo entre esta novela y nuestros días, las cosas en este país no han cambiado demasiado, lo que hace que esta sea una lectura interesante, tanto como testimonio de la época como ejercicio de comparación sociológica. No he querido desvelar demasiado del argumento porque intento evitar caer en el destripe literario, pero puedo asegurarles que la trama no es sólo sustanciosa, sino muy amena y hasta divertida por momentos. El ritmo ágil y los carismáticos personajes que habitan estas páginas hacen de Doña Perfecta un libro excelente y absolutamente recomendable, que convierten este paseo por la literatura realista en un ejercicio más que agradable y creo que hasta necesario. Una vez más, don Benito ha superado mis expectativas.
Nota: 8´5/10.

"Es verdad que yo no sé lo que vale el arte, cuando se le disgrega de los sentimientos que expresa...; pero en fin, hoy es costumbre adorar la forma, no la idea... Líbreme Dios de meterme a discutir este tema con el señor don José, que sabe tanto, y argumentando con la primorosa sutileza de los modernos, confundiría al punto mi espíritu, en el cual no hay más que fe".
      

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