Pertenecer a la blogosfera literaria me ha permitido observar el panorama editorial desde un punto de vista distinto al que lo hacía cuando era una lectora casual: antes, elegía mis lecturas al azar, disfrutaba del libro y la novela volvía a la estantería sin mayor ceremonia, pero ahora que me intereso más por el trabajo de edición, publicación y promoción de un libro, entiendo mejor la complejidad de un sector al que se le lleva condenando a muerte desde hace ya varios años. Es por eso que observo los fenómenos editoriales con una mezcla de interés y escepticismo: me gusta analizar las tendencias literarias y el enfoque publicitario que hacen las editoriales de ciertos libros pero, al final, pocas veces me dejo arrastrar por las nuevas modas y me mantengo fiel a mi instinto lector.
![]()
Una de las corrientes más potentes que ha surgido en los últimos tiempos en este campo es la del "escritor - celebrity", es decir, aquel autor medio famosete que se lanza al ruedo de las letras aupado normalmente por una gran editorial. A ver, tampoco es algo que sea totalmente novedoso, ya que siempre han existido periodistas, actores, etc., que se han animado a sacar sus memorias o algún libro de ficción, pero últimamente es casi el pan nuestro de cada día: cualquier visita a la librería deviene en paseo por la alfombra roja dada la cantidad equivalente de famosos que podemos encontrar por metro cuadrado.¿Tienen estos personajes méritos suficientes para estar allí? Pues según los ranking de ventas y las etiquetas de best sellers que pueblan las portadas, les sobran los motivos.
![]()
Si seguimos abriendo la matrioska editorial que vengo comentando, encontramos que la última muñequita rusa que viene surgiendo con fuerza es la del mundo youtuber: desde hace unos meses lleva siendo tendencia que aquellos creadores de contenidos con más éxito de nuestro país, lancen al mercado sus obras, amparados bajo el paraguas de grandes editoriales que apuestan por sus escritos. Así, no es nada extraño ver en la mesa de novedades cantidades ingentes de libros de todas las temáticas bajo el signo de un nickname, que está claro que vienen a ocupar un nicho hasta ahora vacío y muy demandado, si nos fijamos en las cifras de ventas: independientemente de la calidad del libro, está claro que muchos de estos autores tienen miles (cuando no millones) de compradores potenciales, lo que viene siendo un pastel muy goloso que nadie quiere dejar escapar.
![]()
¿Cuál es el problema de todo esto? A priori, ninguno: está claro que cualquier persona, sea famoso de medio pelo, youtuber o escritor de profesión, tiene derecho a expresarse por medio de las letras: estoy convencida de que cada uno tiene su público y éste disfrutará (o no) de las creaciones del autor de su elección. Además, estoy convencida de que toda persona, independientemente de su formación, puede escribir una novela digna: considero que el hecho de dedicarte al mundo de la farándula o a otros oficios alejados de lo que se relaciona con "lo intelectual" no es impedimento para crear una obra de calidad que merezca todas las alabanzas. En cualquier caso, el público soberano puede decidir no acercarse a un libro siguiendo sus prejuicios personales, sin que ello sea obstáculo para que dicha obra tenga un éxito más o menos merecido entre los admiradores del autor en cuestión o entre aquellos que se lleven una sorpresa al descubrir el talento de alguien que no se hubieran imaginado.
![]()
Todo este rollo patatero viene porque en los últimos días he visto con asombro un fenómeno relacionado con una reciente publicación que, en sí mismo, da para una novela: amores y odios enfrentados, conspiraciones informáticas, reseñas apasionadas y morbo a raudales han sido algunos de los elementos definitorios del que, atendiendo a lo que se cuece en las redes, se puede considerar como el lanzamiento editorial más polémico de lo que llevamos de año. Yo, que me he enterado de todo esto por casualidad y he estado viendo hasta ahora los toros desde la barrera, quiero compartir con ustedes mis reflexiones al respecto que, más allá de este caso concreto, pueden ser aplicables a muchas de las publicaciones que nos encontramos hoy en día y a nuestra experiencia lectora en general.
Editoriales:
A pesar de vivir en pleno siglo XXI,
mucha gente relaciona la escritura y la publicación de un libro con un ideal romántico claramente desfasado: la concepción del escritor sacrificado que vive por y para las letras y se muere de hambre y frío mientras escribe la gran novela que cambiará al mundo y con ello, su vida, está muerta y enterrada. Hay contados escritores profesionales que se dedican en exclusiva a sus obras, pues es una profesión muy sacrificada en la que no se gana demasiado dinero si no tienes una obra consolidada y querida por el público y una gran editorial detrás.
Las editoriales son, ante todo, empresas que necesitan tener beneficios, ya sea para pagar a su plantilla como para satisfacer a sus accionistas, si hablamos de las más poderosas.
Por ello, recurrirán al éxito asegurado, a la ganancia fácil, al producto que no dé pérdidas aunque a los lectores más "románticos" eso pueda escandalizar: si vender el libro de Belén Esteban va a dar más rédito comercial que la última novela de ese escritor desconocido pero tan prometedor, pueden tener por seguro que todos los esfuerzos estarán centrados en promocionar a la
princesa del pueblo, mientras que, en el mejor de los casos, al joven autor le enviarán un email con una negativa cortés pero definitiva. No hay más que ver la
anécdota que contó recientemente J.K. Rowling, autora superventas donde las haya: en su lucha por dejar ser reconocida sólo como la madre de Harry Potter, Rowling envió su nueva novela a varias editoriales bajo pseudónimo: todas ellas la rechazaron sin contemplaciones porque no podían garantizar su éxito comercial... No quiero imaginar la cara de esas mentes preclaras cuando descubrieron que habían tenido el Gordo entre sus manos y lo habían dejado escapar.
![]()
La economía de mercado es la que rige al mundo editorial actual, cosa totalmente comprensible, aunque ello no impida que el lector solicite cierta exigencia a este tipo de empresas: una cosa es querer ganar dinero a toda costa, otra muy distinta vender un producto que no ha pasado por los mínimos estándares de calidad. Aunque un libro no es un electrodoméstico, que tiene una garantía de dos años si viene con fallos de fábrica, no es de recibo que el cliente - lector tenga que lidiar con una obra en la que el trabajo se ha hecho a medias: editar no es imprimir un texto y ponerle tapas duras, requiere cierta atención y mimo hacia las letras. Siempre me ha parecido muy interesante la labor del editor como encargado de pulir las asperezas físicas y formales que puede tener un texto: revisar los errores, aportar coherencia, impulsar a que el escritor saque lo mejor de sí. No me parece bien que una gran editorial se limite a manufacturar el texto sin revisarlo primero, cobrando por dicho producto un precio que no se corresponde con todo el trabajo que un lector exige que el libro tenga detrás: lo mínimo que uno espera después de haber invertido en la compra de una novela es que esa obra esté en las mejores condiciones que un libro puede estar, y no me refiero a ponerle una portada bonita, sino a que sea un libro en el que se note que hay un trabajo y dedicación previos, no sólo por parte de los autores (que imagino siempre ponen lo mejor de sí mismos), sino también de aquellos encargados de dar forma final a un libro.
![]()
Autores:
Yo diría que escribir es uno de los sueños fundacionales del alma humana. Conozco a muy pocas personas que no hayan fantaseado alguna vez en su vida con pasar a la posteridad a través de una obra escrita de su puño y letra y que, además, se gane el cariño del público y el reconocimiento de la crítica. Pero escribir no es fácil, amigos: no se trata de poner una palabra detrás de otra y formar frases con más o menos acierto, sino de crear universos verosímiles en los que el lector se pueda reconocer, empatizar o que remuevan algo en su interior. Todo el mundo puede juntar letras, pero pocos tienen el talento que los hará no ya inmortales, sino medianamente reconocidos. Y me temo que en este campo da igual la ilusión que uno le ponga a su proyecto: puedes ser la mejor persona del mundo y la más entusiasta pero, si no consigues crear esa alquimia que haga que tu obra conecte con el lector, da igual qué tan majo seas en la vida real y cuánto de tu parte hayas puesto en la creación de esta historia: no has venido, visto y vencido, te toca aprender, practicar y mejorar.
![]()
Es normal que un autor se sienta decepcionado al no conquistar a sus lectores potenciales, más cuando resulta que tu público objetivo sólo tiene malas palabras para tu obra: no es plato de buen gusto ver que una historia en la que uno ha puesto tanto cariño e ilusión es arrastrada por el barro, y menos cuando eres un personaje con cierta fama entre una comunidad concreta y se supone que tienes una base de admiradores que son legión y que teóricamente te apoyarán contra viento y marea.
Creo que la palabra clave para explicar esto es decepción, tanto para el autor, por no obtener el reconocimiento que esperaba, como para los admiradores, que se han sentido desilusionados con lo que se han encontrado entre páginas. En el polémico caso que nos ocupa, referido a una novela juvenil, muchos chicos y chicas se han sentido defraudados al encontrarse con
un libro escrito por dos reconocidas booktubers que cae en todos los clichés que las mismas autoras han defenestrado públicamente en numerosas ocasiones, lo que ha generado una oleada de resentimiento en contra del libro que quizás se haya salido de madre. Aquí, además, entra en juego otro debate interesante respecto al autor y su obra que siempre me ha planteado dudas:
¿han de verse reflejados los principios personales del escritor en su obra? Parte de la indignación de la gente en este caso viene porque, al parecer, una de las autoras de este libro (se trata de una novela escrita a cuatro manos), se declara abiertamente
feminista y critica sin tapujos todas aquellas obras que se insertan bajo el paraguas del heteropatriarcado. El problema está en que
la obra de marras peca de caer en todo lo contrario a lo que la lucha feminista defiende y normaliza una serie de actitudes tóxicas en una historia dirigida a un público eminentemente adolescente, lo cual ha enfadado muchísimo a los lectores...
¿Separamos al autor y su obra en este caso?
![]()
Lectores:
Todos los lectores tenemos una serie de expectativas cuando vamos a empezar un libro, más cuando es una obra de alguien a quien seguimos y/o admiramos y en la que se han invertido numerosos recursos para su promoción y difusión desde mucho antes de su publicación.
Es normal que mucha gente se haya sentido desilusionada al comprobar empíricamente que aquella obra de la que tanto esperaban ha resultado un libro fallido y que, en cierto modo, se pone en contradicción con los valores que sus autoras siempre han defendido a capa y espada... Pero hay que reconocer que en un caso como el que hoy me ocupa, quizás se ha juzgado más duramente que en otro similar por ser autoras conocidas quienes están detrás.
He leído innumerables comentarios negativos sobre el libro, muchos de ellos bien argumentados y detallados, pero también algunos malintencionados o que exageran ciertas partes del texto. Y hablo con conocimiento de causa: yo misma he leído esta obra. Y sí, me parece bastante mala, pero tanto como muchas otras que han pasado por los blogs,
Youtube y
Goodreads sin pena ni gloria y a las que no se le ha dedicado ni la mitad de atención... Hay que reconocer que ha habido un poco de
hate - reading en este caso y, de hecho, se pueden encontrar fácilmente varios testimonios que dicen que se han leído este libro sólo por el morbo generado tras las críticas negativas.
![]()
Dicho esto, me parecen inadmisibles las estrategias de desprestigio que algunos fans acérrimos han ejecutado en contra de varios lectores críticos con la novela: cuando uno expone su obra, debe saber asumir las opiniones negativas y digerirlas, por muy duras que estas puedan ser. Afortunadamente, considero que siendo las autoras blogueras y booktubers de éxito, acostumbradas a emitir opiniones desfavorables contra los libros que no les gustan, sabrán lidiar con el descontento generado por su libro y que en cierto modo era de prever, al caer este texto en varios de los tópicos más rechazados por los lectores del género juvenil, muchos de los cuales ellas mismas han rechazado públicamente
La obra:
Y todo este drama por un pequeño libro de poco más de 300 páginas que, desde su publicación hace un par de días, ha dado mucho que hablar. Lo he leído y, como he dicho antes, me ha parecido una obra bastante prescindible, pero estoy dudando sobre si hacer reseña del mismo, más que nada porque no sé si mi opinión puede aportar algo nuevo a lo muchísimo que ya se ha dicho de él. Pero me ha parecido una buena excusa para sacar estas reflexiones a colación, que pueden ser aplicadas a muchos libros de la actualidad, publicados bajo la tríada cara conocida - dinero rápido - contenido cuestionable que, reitero por si no ha quedado lo suficientemente claro, no tiene que ser algo malo per se, siempre que existan unos mínimos estándares de calidad, que empiezan por una correcta edición. De todas formas, al final es el público el que decide lo que quiere leer y si este tipo de obras siguen siendo publicadas masivamente y encumbradas a las listas de lo más vendido será porque hay una masa importante de consumidores que requieren este tipo de productos y que tienen muchos menos escrúpulos que los que los lectores y críticos de esta obra han mostrado en las redes sociales.
![]()
Uff... ¡Creo que esta ha sido la entrada más larga del blog en toda su historia! Siento el rollazo, de verdad, pero me ha parecido un caso de estudio muy interesante el del libro que comento (y cuyo nombre no he dicho claramente a propósito). ¿Conocías la polémica que he mencionado? ¿Qué opinas de las editoriales que publican este tipo de obras basándose sólo en números? ¿Te apetece que haga una reseña de la novela en cuestión?¡Espero tus comentarios!