Hola a tod@s!
Me acuerdo perfectamente de la primera vez que tropecé con él: era una cálida mañana de enero... no, me parece que era la tarde de un marzo gris... Vale, quizás no tenga un recuerdo tan nítido como imaginaba de la primera vez que me encontré con el libro que les traigo hoy, Victus, de Albert Sánchez Piñol. Sé que me choqué con él en una librería y que me llamó poderosamente la atención su portada, donde destacaban unas vistosas letras rojas sobre el fondo de un grabado militar. Me acerqué a él y lo toqueteé un poco, como me gusta hacer con los libros que me lanzan sus flechas: me sorprendió su peso considerable y la calidad de su edición, que contenía numerosas ilustraciones de una época que personalmente me apasiona, el siglo XVIII: entre ellas destacaba un gran mapa anexo con un interesante plano de la ciudad de Barcelona por aquel entonces. El precio fue lo que me acobardó a la hora de llevarme el libro, pues excedía mis posibilidades en aquel momento... pero aún así, lo marqué como pendiente. Poco tiempo después, la extraordinaria reseña de Trotalibros volvió a poner esta historia en mi radar, aumentando si cabía mis ganas de leer esta novela que parecía muy bien documentada y verdaderamente apasionante. La visita a mi biblioteca favorita para devolver unos libros hizo el resto: me lo encontré en el estante de recomendaciones del mes y no pude evitar secuestrarlo antes de que cualquier otro lector desaprensivo me quitara la posibilidad de sumergirme en esta obra que prometía no dejarme indiferente.
Victus narra la historia del asedio y caída de la ciudad de Barcelona en el marco de la Guerra de Sucesión Española, un conflicto bélico internacional que se prolongó durante más de una década y que dividió profundamente a un país que, desde mucho antes, recelaba de los territorios que lo conformaban. Cuando dos coronas extranjeras, la francesa y la austriaca, deciden disputarse la propiedad de una España moribunda, saltará por los aires el leve engrudo que había mantenido en una relativa calma las distintas regiones que conformaban los dominios de la Monarquía Hispánica, dando lugar a una cruenta guerra civil que creará enemigos irreconciliables, cuyas diferencias atisbamos aún hoy en día. Todo este proceso será contado desde el punto de vista del ingeniero Martí Zuviría, un anciano de 98 años que le dicta a su sufrida secretaria Waltraud los acontecimientos vividos en su primera juventud, desde que inicia sus estudios en Francia bajo la tutela de uno de los mejores ingenieros del momento, el Marqués de Vauban hasta que vive en primera persona el asalto final a su ciudad de origen, Barcelona, relatándolo con todo lujo de detalles.
La primera sorpresa que me llevé fue descubrir que esta no era una novela coral, sino una historia contada desde la perspectiva de un único personaje: no sé por qué me había imaginado que me encontraría una narración plagada de personajes con puntos de vista divergentes, pero en realidad Zuviría toma la palabra desde la primera página y no la suelta hasta el final. "El bueno de Zuvi" es un personaje tremendamente carismático y lúcido, que a pesar de su edad recuerda su vida con bastante claridad y que decide escribir sus memorias para dejar constancia de lo vivido a lo largo de sus casi 100 años. El autor juega con ese protagonista que, en el momento en que cuenta la historia es un cascarrabias mal hablado que ya está de vuelta de todo, pero que cuando se recuerda a sí mismo es un personaje inteligente pero un tanto ingenuo y absolutamente cobarde, que si puede escaquearse de cualquier situación de peligro lo hará sin ningún pudor. Es interesante ver como Zuvi va madurando en las distintas partes que conforma el libro, convirtiéndose en un ingeniero excelente cuya pasión por esta profesión hará que esté siempre situado en el ojo del huracán. Gracias a él conoceremos a otros personajes que darán profundidad a la historia, tanto a nivel personal (Zuviría demostrará que, a pesar de su insolencia también tiene su corazoncito) como a nivel histórico, pues se codeará con grandes hombres de la época que le servirán para explicarnos diferentes sucesos militares, políticos y sociales gracias a los cuales podremos comprender mejor el contexto en el que se desarrollan los hechos. Entre ellos destacarán Vauban, quien le hará amar la ingeniería, Villaroel, un militar castellano con las palabras "honor" y "compromiso" como apellidos, Anfán y Nan, un niño y un enano que han tenido que buscarse la vida solos sobreviviendo a la maldad humana con picaresca, Jeanne y Amelis, dos muchachas que le harán conocer el amor o el rebelde Ballester, un bandolero temible y luchador que ama a su tierra sobre todas las cosas y la defenderá hasta sus últimas consecuencias.
Sánchez Piñol realiza, para mi gusto, un excelente trabajo de escritura a dos niveles: consigue contar una historia magníficamente ambientada y documentada, veraz en su conjunto, a través de una escritura informal, podría decirse que "gamberra", que casa perfectamente con la personalidad de su protagonista. El estilo del autor mezcla perfectamente esa espontaneidad a la hora de relatar una historia, que a nivel académico puede resultar muy densa, con una alta fidelidad a los hechos acaecidos por aquel entonces, logrando un equilibrio difícil de conseguir. El autor logra entretener, explicar y también divertir, porque si algo causa curiosidad en una novela con una premisa tan seria de fondo es la capacidad de Sánchez Piñol de conseguir arrancarnos alguna carcajada. El espíritu crítico impregna toda la novela: el autor no duda en señalar a Castilla como estado opresor de las libertades históricas asentadas en Cataluña y a España como un ente abstracto que produce desencuentro, pero también tiene palabras, y no precisamente amables, para los gobernantes catalanes de aquel entonces, preocupados más por sus intereses que por los de la población y para otras potencias extranjeras, que lo único que pretendían con esta guerra dinástica era obtener los mayores réditos posibles, aún haciendo falsas promesas a pueblos enteros, que confiaban ciegamente en su ayuda. La novela se divide en tres partes: la primera, "Veni" nos habla de cómo el joven Martí Zuviría llega a Bazoches, el castillo del Marqués de Vauban, donde será formado para ser un excelente ingeniero: es así como Zuvi se inicia en el mundo de la construcción de fuertes y trincheras, que tanto le servirán para el futuro. Entrará allí en la casi mística comunidad de Puntuados, ingenieros que se reconocerán en cualquier lugar del mundo a través de los tatuajes que obtienen a medida que avanza su conocimiento y que los jerarquizará dentro del gremio. La segunda parte, "Vidi", narra la vuelta al hogar de Zuvi tras la muerte de su mentor: desorientado, desilusionado y sin perspectivas de futuro, Zuviría deambula de un lugar a otro, participando en la guerra en ambos bandos, enfrentándose a borbónicos, carlistas, miqueletes y raterillos e intentando escapar vivo de todas las situaciones en las que se ve envuelto. La parte final, "Victus", se centra en el asedio a Barcelona y cuáles son los planes de defensa de la urbe, cómo todos los ciudadanos resisten hasta el final la invasión a pesar del hambre, la sed y la insalubridad que alcanza el lugar y cómo finalmente Zuviría aprende una valiosa lección como persona que le hará madurar también como ingeniero.
Les aseguro que Victus es mucho más de lo que he escrito en esta pobre reseña: es una novela muy bien escrita, exquisitamente ambientada, emocionante y en algún momento emotiva, vibrante, con algunas dosis de humor y mucha crítica a todas las partes implicadas: está claro que la Historia no es una cuestión de blancos y negros y el autor no ha dudado en enseñar muchos trozos grises, cosa que es de agradecer. No sé si la intención de Sánchez Piñol ha sido publicar esta obra con alguna intención reivindicativa detrás, dado que el panorama actual de las relaciones entre Cataluña y España se prestan a ello, pero sinceramente me da igual: este es un libro que me hubiera encantado leer independientemente de las tensiones territoriales que los políticos ("felpudos rojos", como los llama Zuvi) se esfuerzan en avivar porque es una historia estupenda, cercana y bien contada, que me ha hecho disfrutar muchísimo y que espero que tenga continuación en el personaje de Zuviría, que abandoné en plena veintena y al que, por las pistas que deja en el libro, le quedan muchas historias interesantes que vivir y de las que me gustaría ser testigo. En definitiva, recomiendo vivamente la lectura de Victus a todos aquellos entusiastas de la novela histórica porque encontrarán una magnífica obra que desarrolla ante un complejo y bien documentado trasfondo socio - político una trama intensa y bien hilada que hará las delicias de los amantes del género.
Nota: 8´5/10.
Sánchez Piñol realiza, para mi gusto, un excelente trabajo de escritura a dos niveles: consigue contar una historia magníficamente ambientada y documentada, veraz en su conjunto, a través de una escritura informal, podría decirse que "gamberra", que casa perfectamente con la personalidad de su protagonista. El estilo del autor mezcla perfectamente esa espontaneidad a la hora de relatar una historia, que a nivel académico puede resultar muy densa, con una alta fidelidad a los hechos acaecidos por aquel entonces, logrando un equilibrio difícil de conseguir. El autor logra entretener, explicar y también divertir, porque si algo causa curiosidad en una novela con una premisa tan seria de fondo es la capacidad de Sánchez Piñol de conseguir arrancarnos alguna carcajada. El espíritu crítico impregna toda la novela: el autor no duda en señalar a Castilla como estado opresor de las libertades históricas asentadas en Cataluña y a España como un ente abstracto que produce desencuentro, pero también tiene palabras, y no precisamente amables, para los gobernantes catalanes de aquel entonces, preocupados más por sus intereses que por los de la población y para otras potencias extranjeras, que lo único que pretendían con esta guerra dinástica era obtener los mayores réditos posibles, aún haciendo falsas promesas a pueblos enteros, que confiaban ciegamente en su ayuda. La novela se divide en tres partes: la primera, "Veni" nos habla de cómo el joven Martí Zuviría llega a Bazoches, el castillo del Marqués de Vauban, donde será formado para ser un excelente ingeniero: es así como Zuvi se inicia en el mundo de la construcción de fuertes y trincheras, que tanto le servirán para el futuro. Entrará allí en la casi mística comunidad de Puntuados, ingenieros que se reconocerán en cualquier lugar del mundo a través de los tatuajes que obtienen a medida que avanza su conocimiento y que los jerarquizará dentro del gremio. La segunda parte, "Vidi", narra la vuelta al hogar de Zuvi tras la muerte de su mentor: desorientado, desilusionado y sin perspectivas de futuro, Zuviría deambula de un lugar a otro, participando en la guerra en ambos bandos, enfrentándose a borbónicos, carlistas, miqueletes y raterillos e intentando escapar vivo de todas las situaciones en las que se ve envuelto. La parte final, "Victus", se centra en el asedio a Barcelona y cuáles son los planes de defensa de la urbe, cómo todos los ciudadanos resisten hasta el final la invasión a pesar del hambre, la sed y la insalubridad que alcanza el lugar y cómo finalmente Zuviría aprende una valiosa lección como persona que le hará madurar también como ingeniero.
Les aseguro que Victus es mucho más de lo que he escrito en esta pobre reseña: es una novela muy bien escrita, exquisitamente ambientada, emocionante y en algún momento emotiva, vibrante, con algunas dosis de humor y mucha crítica a todas las partes implicadas: está claro que la Historia no es una cuestión de blancos y negros y el autor no ha dudado en enseñar muchos trozos grises, cosa que es de agradecer. No sé si la intención de Sánchez Piñol ha sido publicar esta obra con alguna intención reivindicativa detrás, dado que el panorama actual de las relaciones entre Cataluña y España se prestan a ello, pero sinceramente me da igual: este es un libro que me hubiera encantado leer independientemente de las tensiones territoriales que los políticos ("felpudos rojos", como los llama Zuvi) se esfuerzan en avivar porque es una historia estupenda, cercana y bien contada, que me ha hecho disfrutar muchísimo y que espero que tenga continuación en el personaje de Zuviría, que abandoné en plena veintena y al que, por las pistas que deja en el libro, le quedan muchas historias interesantes que vivir y de las que me gustaría ser testigo. En definitiva, recomiendo vivamente la lectura de Victus a todos aquellos entusiastas de la novela histórica porque encontrarán una magnífica obra que desarrolla ante un complejo y bien documentado trasfondo socio - político una trama intensa y bien hilada que hará las delicias de los amantes del género.
Nota: 8´5/10.
"Lo que de verdad me unía a ellos no eran los actos sublimes, sino la acumulación de banalidades. No hay nada más significante que la suma de un millón de insignificancias".